El Gobierno de la Generalitat está pervirtiendo la esencia de la democracia. Lo digo así de claro porque es evidente que no se puede llamar democrático algo que tiene como objetivo vulnerar lo más básico de nuestro sistema, el respeto a las leyes y al estado de derecho.
El Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucionales varias disposiciones de la ley de acompañamiento por situarse fuera de las competencias del Estatut, concretamente todas aquellas que hacen referencia a las llamadas ‘estructuras de estado’. Ante este hecho, los máximos representantes de la ciudadanía catalana, los que tienen por deber respetar la ley y hacerla respetar han anunciado su despreciable voluntad de saltarse la sentencia. Cual gobierno de república bananera, sólo piensan respetar aquellas leyes y sentencias que sean de su agrado y conveniencia. Bonita muestra del talante democrático que tienen los gobernantes de Convergencia y Esquerra.
Estamos ante una estafa mayúscula que pone por delante una ideología pasada de moda al verdadero espíritu de la democracia.
Estamos ante una estafa mayúscula que pone por delante una ideología pasada de moda al verdadero espíritu de la democracia.
Estamos ante la tiranía de un marco mental estrecho al que sólo le preocupan los sueños de unos cuantos, una tiranía de una minoría. Estamos ante las ansias de poder totalitario de una élite acostumbrada a operar sin freno, a dilapidar el bien común, y si tienen que pisotear el marco jurídico para saciar su sed de poder político y económico lo hacen sin dudarlo. Sin ninguna vergüenza invierten la moral haciendo pasar la víctima por verdugo y el verdugo por víctima. No lo digo por decir, se ve claro al constatar que la tiranía consiste en que el gobernante no se somete a la justicia de la ley, en cambio la democracia se basa en que la ley no se somete al capricho del gobernante.
No es esto lo que necesitamos, un gobierno antisistema, un gobierno anti todo lo que no le guste. Cataluña necesita recuperar la sensatez, la altura de miras y el sentido de la democracia que los independentistas han ido corrompiendo los últimos años. Si siguen por el camino del desafío a la legalidad democrática perderán toda legitimidad política, destrozarán la dimensión ética de la política convirtiendo todas las instituciones en instrumentos al servicio de su causa, nada que ver con el interés general de los catalanes.
Ante esta situación, los independentistas que nos gobiernan deben recordar que cuando un gobernante pone la ley bajo sus pies, los gobernados acaban poniendo los pies sobre quien gobierna. Que nunca olviden que la democracia está por encima de todo.
Enric Millo
Vicesecretario de acción política y portavoz en el Parlament